martes, 14 de septiembre de 2010

Mientras esperábamos el bus

No tardemos más, que seguro que ya ha empezado.

La voz venía del grupo de gente con la que salimos, que iban ya bastantes pasos más por delante de nosotros. Pero ella apenas pestañeó. Iba contándome su vida mientras me miraba a los ojos fijamente, abriéndolos mucho, como queriéndome decir: ¿lo ves?, es verdad, mis ojos no mienten.

Yo me preguntaba por dentro si siempre hablaba así o sólo era conmigo. Tan sólo me daba tiempo de hacer algún gesto con mis labios a modo de asentimiento, de respuesta callada a sus palabras.

Cuando vio que el otro grupo ya había llegado y estaba esperándonos...

Bueno, ya casi llegamos.

Sí, una lástima.

Y ella me miró con un solo ojo por un instante y sonreímos.

Aquella tarde la noche tardó menos en liberarnos de nuestras obligaciones. Quedamos en el campus, en la parada de bus que estaba más cerca de la facultad. Quedamos justo a esa hora en que el cielo enrojece. Mientras esperábamos el bus se hizo de noche del todo. Hasta entonces no habíamos hablado. Bueno, sí. No hablar, sino decir que es jueves al fin, que van ya seis minutos, siete ya, y que el bus no llega. Que ya empieza a hacer frío, sobre todo de noche. A eso se le llama hablar, pero es sólo por falta de otra palabra mejor. Pero eso no es hablar, no.

No destacaba sobre el resto, si no fuera porque no sabía nada de ella. De los demás algo conocía, aunque sólo fuera su nombre. Pero de ella no sabía nada. Nos habíamos visto varias veces camino de la facultad. Nos veíamos porque nos atravesábamos justo ahí donde teníamos puesta la mirada, pero no nos seguíamos la pista, ni adivinábamos nuestros horarios. Pero sí, nos habíamos visto varias veces, en realidad muchas veces como para no habernos dicho nada, demasiadas veces como para no saber cómo nos llamábamos.

Para poder nombrarla y no olvidarla, cuando la vi esperando el bus con los demás, cuando entendí que también ella venía con el grupo, la llamé la chica del flequillo y los ojos grandes.

Y por eso, porque ya nos habíamos visto muchas veces, no nos saludamos ni nos presentamos mientras esperábamos el bus. Sí lo hicimos con todos los demás, pero nosotros nos quedamos mirándonos un poco más, no mucho, como pensando: mira, si es él; mira, si es ella; qué bien; qué bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 

Relato Nocturno Copyright © 2010