jueves, 23 de diciembre de 2010

Dejó suelta su mirada perdida

La siguiente parada fue un karaoke frecuentado en su mayoría por estudiantes extranjeras y por maduritos solitarios con ganas de aprender idiomas.

El grupo se animó y enseguida empezaron a discutir las canciones que cantarían. Carolina y yo nos sentamos en una mesa al fondo del local. Los demás nos buscaron y, desde lejos, sostenían un cuaderno con la lista de canciones. Les sonreímos y les dijimos que no con los dedos.

El ambiente no era el mejor para comenzar una conversación profunda. Los maduritos cantaban copla y los estudiantes extranjeros... imposible saber lo que cantaban.

Parecía un poco cansada, pero sólo del ruido de aquel local. Sus ojos levemente entrecerrados parecían querer dejar entrar sólo mis palabras y dejar fuera todo lo demás. Nos habríamos quedado en la calle dando un paseo si no fuera por el frío.

Le pregunté qué quería beber, pero no me escuchó. Por un momento se quedó mirando sin mirar nada. Estaba frente a mí pero con la cabeza girada hacia un lado. No tenía la expresión triste, ni asombrada; más bien daba la sensación de estar pensando en algo importante.

Esperé un poco y volví a preguntarle.

- Una clara.

Me levanté y me acerqué a la barra. Pedí una clara para ella y una caña para mí. No tardaron mucho en servirlas. Pagué y regresé con ellas a la mesa.

Y, de nuevo, Carolina dejó suelta su mirada perdida.

Esta vez no esperé y:

- ¿Te pasa algo?

Parpadeó lentamente, se giró, me miró y sonrió con ternura. Yo sentí calor en mi cara.

- ¿Y a ti? ¿Tienes calor?

- No, no es eso. Vaya, lo siento.

- ¿Entonces?

- Bueno, eres tú. Te noto pensativa, como en otro lugar.

- Sí, puede ser, pero ahora estoy aquí. Estoy bien aquí. Contigo. ¿Y tú?

- Sí, yo también.

- No están muy frías.

- Debe ser por mi calor.

Sonrió más ahora y pareció olvidarse un poco de sus pensamientos.

1 comentario:

J.M. Ojeda dijo...

¡Hola!
A veces, solo a veces, los sentimientos son extraños.

Saludos de J.M. Ojeda.
Feliz Año Nuevo.

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